"Nada descansa; todo se mueve; todo vibra"
(El Kybalion)
Todo se mueve con una vibración de expansión y contracción. En la naturaleza el sol asciende y luego decae, la luna se llena y retorna a su fase oscura, la energía se exapnde durante la mitad clara del año y luego todo regresa al interior.
La respiración del ser humano también es así: hay una fase de inspiración, en el que el aire llena el cuerpo, y una fase de expiración, en la que liberamos el aire. Nos llenamos de vida y de espíritu y soltamos al mundo aquello que ha circulado dentro de nosotros.
Pero hay dos momentos de transición entre las dos fases: las apneas, que son esos instantes en los que la respiración se detiene. Son apenas dos segundos donde todo se disuelve, aunque apenas sea perceptible. Y si lo pensamos bien, son momentos de muerte, de final, y a la vez de comienzo.
Tenemos una vida, pero se compone de muchos ciclos de muerte y renacimiento de distintas frecuencias: segundos, minutos, días, meses, años...
Siempre en movimiento, siempre en cambio, siempre en renovación.
Así somos.
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